Una persona influyente
Lectura: 2 Reyes 5:1-15
Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. —2 Reyes 5:3
Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. —2 Reyes 5:3
Si buscas en Google
«persona influyente», el buscador te llevará a varias listas de «las personas
más influyentes del mundo». Por lo general, incluyen líderes políticos,
empresarios de negocios y deportistas, y personas de la ciencia, las artes y el
entretenimiento. No encontrarás el nombre de quienes les cocinan o limpian sus
casas. Sin embargo, los que ocupan supuestas posiciones insignificantes suelen
influir en aquellos a quienes sirven.
La historia de
Naamán, un destacado comandante, incluye a dos reyes y un profeta de Dios (2
Reyes 5:1-15). No obstante, fueron las palabras de unos siervos desconocidos
las que guiaron a Naamán a curarse de la lepra, una enfermedad que pone fin a
cualquier carrera y que cambia la vida. Una joven criada, que este hombre había
tomado cautiva en Israel, le dijo a su esposa que un profeta de Samaria podía
curarlo (vv. 2-3). Cuando Naamán se enojó porque Eliseo lo había mandado a
bañarse en el río Jordán, sus sirvientes lo instaron a obedecer las órdenes del
profeta. Como resultado, el comandante recuperó la salud, y luego declaró: «He
aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel» (v. 15).
¡Qué cuadro hermoso
de nuestro papel como seguidores de Jesucristo! Se nos llama a ser
personas influyentes: siervos del Señor que les señalan a los demás cómo llegar
a Aquel cuyo toque puede cambiarles la vida.
—DCM
Cristo nos manda que salgamos a buscar a otros para que entren en el cielo.
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